La transición hacia una economía sostenible es una realidad dónde las empresas buscan cada vez más como acomodarse al nuevo paradigma. Nos enfrentamos a un contexto global en el que los modelos económicos lineales —basados en extraer, producir y desechar— han demostrado su límite económico, ambiental y social. En este marco, la tecnología no solo se presenta como una herramienta de eficiencia, sino como una infraestructura habilitante de nuevo aporte de valor. Dentro de esa infraestructura, blockchain emerge como un aliado estratégico para la sostenibilidad.
Desde la perspectiva de la economía ambiental, el gran desafío es crear trazabilidad, confianza y medición real del impacto. La tecnología blockchain permite construir registros descentralizados, inviolables y transparentes sobre el ciclo de vida de productos, la emisión de carbono o el uso de recursos. Aplicada correctamente, puede verificar y certificar acciones sostenibles: desde la regeneración de suelos, el reciclaje post consumo o la emisión y compensación de créditos de carbono.
Estamos viendo en los mercados voluntarios de carbono: proyectos de reforestación, eficiencia energética, captura de metano que tokenizan sus créditos para permitir la participación directa de individuos y empresas en la neutralización de su huella. En lugar de depender de intermediarios opacos, blockchain ofrece confianza programada: un contrato inteligente puede liberar un crédito de carbono solo cuando se verifica un resultado medible, auditado por terceros independientes. Esto aumenta la transparencia, reduce costos de verificación y abre la puerta a nuevas fuentes de financiamiento verde.
Pero también debemos ser críticos: no toda tecnología es inherentemente sostenible. El desarrollo de soluciones basadas en blockchain debe contemplar su huella energética, sus condiciones de accesibilidad y su gobernanza. La sostenibilidad no puede permitirse ser excluyente ni depender de herramientas con altos impactos negativos no compensados. Por eso, es clave alinear la innovación con los principios de equidad ambiental, inclusión social y regeneración sistémica.
Estamos ante una gran oportunidad: repensar la economía desde un enfoque regenerativo, distribuido y transparente. La tecnología no es la solución en sí misma, pero puede ser un acelerador si se integra con propósito. Blockchain, al servicio de una economía baja en carbono, circular y justa, puede ayudarnos a rediseñar los flujos de valor en beneficio de la economía global, el ecosistema y de las generaciones que vendrán.
Nota por: Alejandro Diz Ramos