Episodio 5: Agentes reactivos e híbridos

Imaginemos a un robot aspiradora. Va recorriendo tu casa, gira apenas detecta una pared, se detiene si ve un vacío en la escalera y retoma su camino sin detenerse a pensar demasiado. 

Ese es el ejemplo perfecto de un agente reactivo: percibe algo y responde de inmediato.

Su comportamiento se parece a un reflejo, como cuando retiramos la mano de una hornalla caliente. La ventaja es evidente: rapidez, simplicidad y seguridad. La desventaja también: no puede planificar ni anticiparse más allá de lo que percibe en ese instante.

Pero no todo puede resolverse con reflejos. Pensemos en un sistema de logística que organiza decenas de entregas en una ciudad. No basta con reaccionar a un semáforo rojo: necesita planear rutas, anticipar atascos y redistribuir recursos frente a imprevistos. 

Allí entra en juego el otro extremo: Los Agentes Deliberativos. Estos son capaces de proyectar y diseñar estrategias. Sin embargo, la vida real no se conforma con elegir solo un enfoque. Necesitamos lo mejor de ambos mundos: 

  • La reacción rápida 
  • Planificación a futuro.

De esa necesidad nacen los Agentes Híbridos. Cuya arquitectura más influyente es la “subsumption”, desarrollada por Rodney Brooks. 

La idea es organizar al agente en capas. Las más básicas garantizan la supervivencia (evitar caídas, detenerse ante un obstáculo), mientras que las superiores gestionan tareas más complejas (navegar un espacio, cumplir un objetivo). Si surge un peligro, la capa inferior interrumpe todo lo demás para actuar primero. Es como si el instinto primitivo prevaleciera sobre cualquier plan elaborado.

Otro modelo destacado es BDI (Belief–Desire–Intention). Aquí el agente mantiene una estructura parecida a la humana:

  • Beliefs (creencias): lo que sabe o cree del mundo.
  • Desires (deseos): los objetivos que quiere alcanzar.
  • Intentions (intenciones): los planes concretos en los que decide comprometerse.

Este enfoque le permite ajustar su comportamiento cuando el entorno cambia. Un asistente digital de ventas, por ejemplo, puede creer que hay stock suficiente, desear cerrar contratos en la semana e intencionar enviar propuestas hoy. Si el stock se agota, debe modificar sus intenciones y replantear su estrategia.

La clave está en la combinación. Algunos ejemplos comunes que nos podemos encontrar son: 

  • Un coche autónomo necesita reaccionar en milisegundos para frenar frente a un peatón, pero también planificar su ruta considerando el clima y el tráfico. 
  • En la industria, un sistema debe apagar una máquina de inmediato ante un sobrecalentamiento, pero al mismo tiempo reorganizar la producción para que el impacto sea mínimo. 

En ambos casos, el agente no puede limitarse a reaccionar ni quedarse solo con un plan rígido: debe integrar reflejos e inteligencia estratégica.

En SMS Sudamérica trabajamos con esa misma filosofía. Nuestros agentes se diseñan con capas reactivas que funcionan como salvaguardas inmediatas, y sobre ellas construimos componentes deliberativos que guían el rumbo estratégico. 

Cuando buscamos robustez y simplicidad, recurrimos a enfoques inspirados en subsumption; cuando necesitamos coordinación, explicabilidad y trazabilidad, aplicamos modelos BDI. Lo importante no es elegir un estilo, sino articular ambos para lograr sistemas que sean seguros, adaptables y útiles.

Los agentes reactivos e híbridos son, en definitiva, la unión del instinto y la razón. Uno protege en el presente, el otro abre el camino hacia el futuro. Y en un mundo tan dinámico como el nuestro, esa combinación no es un lujo: es una necesidad.

Nota por: María Dovale Pérez 

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