Tecnología y Trazabilidad

Claves para enfrentar el nuevo orden ambiental europeo

La reciente implementación del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) y la Regulación (UE) 2023/1115 sobre productos libres de deforestación por parte de la Unión Europea marca un punto de inflexión en la relación entre el comercio global, el ambiente y la geopolítica. Aunque se presentan como medidas climáticas internas, en la práctica tienen un efecto extraterritorial directo sobre nuestras economías latinoamericanas, y particularmente sobre Argentina, que exporta productos agrícolas e industriales claves al mercado europeo.

En el caso del CBAM, la exigencia de reportar y luego pagar por las emisiones embebidas en productos como acero, aluminio, fertilizantes o cemento, implica que nuestras industrias deberán medir, verificar y eventualmente compensar su huella de carbono si quieren seguir accediendo a ese mercado. Es una barrera para-arancelaria, sí, pero también una señal clara: el mundo avanza, y no está dispuesto a esperar.

La regulación sobre deforestación (Reglamento UE 2023/1115), por su parte, prohíbe el ingreso a Europa de productos como carne, soja, madera, cacao o café que provengan de suelos deforestados después del 31 de diciembre de 2020, y exige trazabilidad precisa, verificable y geo-referenciada. Esto cambia completamente las reglas del juego para países como Argentina, donde el control territorial es fragmentario y los sistemas de monitoreo son aún insuficientes.

Sin embargo, y esto es clave entender, Argentina tiene ventajas estratégicas muy valiosas que podrían transformarse en fortalezas competitivas reales. Nuestro país conserva vastas áreas productivas que no fueron deforestadas y que cumplen con los estándares ambientales que hoy exige el mundo. Contamos con una biodiversidad única, con ecosistemas aún bien conservados, y con una matriz agroindustrial que puede reconvertirse hacia modelos de producción regenerativa, bajos en emisiones y trazables.

Frente a esto, no alcanza con voluntad política ni con declaraciones formales: la respuesta debe ser tecnológica, concreta y estratégica. Necesitamos construir sistemas que integren monitoreo satelital, inteligencia artificial, blockchain y plataformas de datos abiertos, que permitan garantizar trazabilidad, anticipar riesgos y demostrar cumplimiento ambiental. La tecnología no es solo una herramienta de control, sino la única vía realista para competir en un mercado que exige información precisa y verificada.

Sí, es una situación incómoda. Pero también puede ser una gran oportunidad: para modernizar nuestras cadenas productivas, diferenciar nuestros productos y proyectarnos como referentes de producción responsable. La transición verde ya empezó. Adaptarse no es opcional: es una decisión con impacto económico, geopolítico y social.

Nota por: Alejandro Diz Ramos